Queso ahumado en frío

Paso 1

Coloca el queso en las rejillas de tu ahumador. Asegúrate de que haya espacio entre cada pieza, para permitir que el humo se mueva libremente entre cada trozo de queso. Recuerda que la temperatura ambiente es importante, por lo que si el día esta muy caluroso (más de 30 °C), no intentes ahumar el queso en frío, ya que se derretirá.

Paso 2

Enciende tu generador de humo frío (consulte el manual de instrucciones) y colócalo al menos 30 cm por debajo del queso. Cierra la tapa de tu ahumador. Si tu unidad tiene salidas de aire ajustables, los principios fundamentales que deben recordar son los siguientes: la cantidad de humo necesaria para dar sabor a los alimentos es mínima. Normalmente, debes fijarte que el humo está en movimiento ajustando la ventilación de tu ahumador para asegurarte de que esto pase. Si el humo queda atrapado en el ahumador, dejará un residuo y sabor similar a la creosota, es decir, amargo.

Paso 3

Siéntate y relájate. Después de 2 a 3 horas, retira el queso del ahumador y sécalo con una toalla de cocina o papel absorbente.

Paso 4

Envuelve el queso en film transparente o papel de cocina y, esto es clave, colócalo en el refrigerador para que repose durante la noche, o para un mejor sabor, déjelo por una semana o más. Si lo intentas comer de inmediato, el sabor de este será amargo y pensarás que te pasaste de humo. Ese sabor amargo es normal, pero desaparece después del reposo. El tiempo de reposo ayuda a suavizar el sabor del humo.